El fantasma de Ermua
Los líderes del partido popular no salen del tema. Son incapaces aún cuando la prensa más próxima, sabedora del cálculo electoral erróneo que supone eso de atacar permanentemente al gobierno por su forma de atajar el terrorismo etarra, le señale nuevamente el camino del ataque al desarrollo del estatut catalán.
Una y otra vez, como una noria cansina, vuelven sobre lo que muchos observamos como la lección práctica de lo que no se debe hacer en la lucha contra el terrorismo. Ahora, ese político gris que se nos quiso presentar como todo un hombre de Estado, aprovecha la clausura de la décima Escuela Miguel Ángel Blanco para calificar de milagrosa la capacidad operativa de las fuerzas de seguridad en su lucha contra el terrorismo. Parece contrariado y en vez de alegrarse porque estas detenciones probablemente hayan evitado alguna muerte, lo que transmite es una arrogancia injustificada, una suficiencia insufrible y un desprecio enfermizo hacia Zapatero.
A propósito del aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, durante la semana se habló mucho del espíritu de Ermua; aquel deseo ciudadano de unión democrática frente a las acciones criminales de la banda asesina. El llamado espíritu de Ermua desapareció cuando el pueblo volvió a sus quehaceres y los políticos regresaron al primer plano de la actualidad. El famoso espíritu se esfumó cuando en aquel peculiar concierto, organizado por RTVE, se abucheó a Raimon por cantar en valenciano o catalán, que no alcanzo a distinguir el uno del otro ni al otro del uno, o cuando a José Sacristán, que subió al escenario para recitar unos versos, se le silbó por ser comunista.
El movimiento espontáneo, donde lo principal era la unidad contra el terrorismo y lo accesorio la vinculación o adscripción política, simbolizó el deseo de unidad como reacción al hartazgo de tanto dolor inútil pero todo aquel noble gesto desapareció al poco de surgir. Resulta curioso que hoy se utilice como una marca, que se ensalce de manera extraordinaria y que sus más fervientes defensores demuestren todos los días actitudes contrarias a las expresadas en aquel espíritu efímero.
Así pues lo que un día fue una respuesta esperanzadora, se ha convertido en una idealización fantasmagórica que aparece por las redacciones de periódicos y de políticos que actúan con la calculadora electoral activa de manera permanente.
llevas razón, Júcaro. Me gustó aquella frase de » El llamado espíritu de Ermua desapareció cuando el pueblo volvió a sus quehaceres y los políticos regresaron al primer plano de la actualidad». Aún así, quiero creer que el pueblo,la ciudadanía en general, clama contra el terror al unísono y, aunque ya no se hacen manifestaciones de esta guisa, confío que en materia antiterrorista el trasfondo es universal. El problema:ahora reproducimos lo que dicen los medios y,por ende, los políticos. Por esta razón, nos indentificamos con una premisa y la defendemos, olvidándonos que esas disputas politicas no conducen a nada. Buen articulo sí señor. Saludos desde Elda.
Muy lejos de una respuesta elaborada, sólo diré dos cosas: tienes razón en tus reflexiones sobre el señor estadista y, en segundo lugar, no los aguanto más.
Josedaze, gracias por tus siempre generosas palabras. Considero que el rechazo de los ciudadanos contra el terror es incuestionable aunque no se exprese en manifestaciones. Y no se expresa tal vez porque luego, salen los interpretadores y esos “gestores de las apropiaciones indebida”s para malversar el espíritu de las convocatorias. Ante este panorama hay una mayoría silenciosa que habla muy nítidamente pero hay quienes la ignoran y a quienes sencillamente no les interesa escuchar.
Eso es porque estamos todos desencantados. Vivimos una épocadecambios, de enfrentamientos, de tiras y afloja y, realmente,lo que le importa a la gente (creo) es llegar a fin de mes, pagar su hipoteca, saber qué carrera estudiar, matricular a sus niños en el colegio…en resumidascuentas…descansar y desconectar de todo. A todo el mundo le gustaría estar ahora mismo en la playa tumbado con una cervecita en la mano, con una revista, un libro o el periódico en la otra y que la brisa marina recorra la piel. Ufff….eso sí estaría bien. Saludos desde Madrid.