Contra la lengua única
Que la RAE se desmarque de la ofensiva para imponer el español es una buena noticia, como lo fue la embrollada rectificación de Juan Gamoneda hastiado de tanta manipulación que de su apoyo, al Manifiesto por la lengua común, hicieron los propagandistas y manipuladores de turno.
Las Nuevas Generaciones del PP en Madrid utilizaron a deportistas de élite convirtiéndolos en la imagen del manifiesto pero sin que ellos lo supieran y la viuda de Camilo José Cela, ahora que el escritor no puede decir ni pío al respecto, declara que Cela sería el primer abanderado en defensa de la lengua española olvidando que Cela dejó escrito y publicado un artículo, El español, amenazado, sobre los riesgos que acechan al idioma y en el que se puede leer: «El castellano o español está amenazado, es evidente, pero no por las lenguas españolas periféricas -el catalán, el gallego y el vasco-, como suponen los ingenuos y los añorantes, y ni siquiera por el inglés en versión yanqui, como fingen atisbar los tecnócratas, los ejecutivos y los cursis del weekend, relax y stress, sino por los políticos que creen emplear la misma lengua que destrozan sin respeto alguno y con mayor soberbia de la debida.»
Resulta significativo que, cuando se toman medidas para evitar el ostracismo de aquellas lenguas que fueron silenciadas, aquellas que se conservaron en las casas y en voz baja porque el todopoderoso dictador las había señalado como enemigas de la unagrandeylibre, aparezca gente muy seria y circunspecta preocupada por una supuesta persecución del español y por un hipotético retroceso del castellano. Cuando, bajo el subterfugio de una supuesta regresión, se apela a lo simbólico, un día la bandera otro la lengua, lo mejor es tentarse la ropa y comprobar las intenciones del agitador.
Observando el escenario pareciera que existe una España que trabaja, o lo intenta, que estudia, lee libros, trata de vivir dignamente o sobrevivir de la mejor manera posible y otra España que no hace otra cosa que intrigar y anunciar un futuro apocalíptico donde un día se rompe «su» España y al otro se alerta sobre el riesgo que corre el español bajo la amenaza del catalán, el eusquera o el gallego. Si los propagandistas del franquismo cometieron el error de suponer que las lenguas periféricas, las lenguas de las nacionalidades del Estado, no eran tan españolas como el español, hoy se insiste en el mismo equívoco. La historia se repite y, aunque se intente disimular, conforme se lee el manifiesto se llega a la conclusión de que todas las lenguas son igualmente españolas pero que una de ellas es más española que las otras y que, esas otras, suponen una amenaza.
Las lenguas hay que entenderlas como herramientas de integración, como un tesoro cultural que es necesario cultivar, promover y preservar. El vigente texto constitucional señala, en su artículo 3, que «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». En el mismo artículo, apartado segundo, puede leerse que «las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas» por lo que parece obvio que, en esas comunidades, se exija el deber de conocer cada uno de los idiomas oficiales. Y sin embargo, cosas de los nacionalismos excluyentes, de la estupidez o de la ignorancia, en vez de entender la lengua como instrumento para el acercamiento y la tolerancia, surgen los fundamentalistas que ponen el grito en el cielo ante una hipotética regresión inducida por el fomento del uso de otra lengua igualmente común en esos territorios.
La amenaza que puede cercenar al español no procede del catalán o del gallego sino del mal uso que del idioma se hace en los medios de comunicación o en el peor lenguaje que usan los grandes comunicadores o líderes de sociales; la amenaza está en la proliferación de errores gramaticales, en el uso incorrecto de las palabras y en el escaso vocabulario de sus hablantes. Si el castellano está amenazado será porque hay mucho matón suelto con la palabra suelta y desbocada.
Me interesó lo que escribieron sobre el tema:
Justo Serna, Pedro Bartolomé, Animal Político, Antonio Piera, Ricardo J. Rollo-Villanova, Lourdes Muñoz Santamaría, Oscar, José Ramón Mateos, Manolo Saco o liberand.
Pese a estar de acuerdo en que el español no está en absoluto en peligro y también en que se deben proteger (incluso como reliquias) las lenguas catalán, euskera y gallego (y si me estiras, el asturiano)… tengo una opinión algo distinta…
«El modelo catalán es a imitar», dicen… ¿y por qué no el vasco, si es prácticamente el mismo? Un padre castellanoparlante en Cataluña no tendrá muchos problemas para seguir un texto de su hijo… En Euskadi sí.
¿Clases de euskera para padres? Las hay… en unos bonitos horarios incompatibles con tener niños pequeños y un trabajo de jornada partida…
Me molesta que no haya educación pública en español… sólo un cole en todo Vitoria la oferta… y al cual van TODOS los hijos de gitanos, inmigrantes, etc, repetidores varios, vamos, la creme de la creme… ojo, que no es racismo… es que eso no es integración. Eso es una mierda.
Mis hijos irán a un cole euskaldun porque no queda otra… y porque, lamentablemente, no existen las mismas oportunidades para una persona euskaldun que para una que no lo es. Esto no es lo que debería ser…
Las diferentes lenguas habladas en nuestro país no son más que una muestra de la riqueza cultural heredada de nuestros ancestros ¿por qué iba a poner en peligro al castellano?. Cierto es que aquellas comunidades que dan clases de sus idiomas regionales, se debería dar, como mínimo, tantas horas de castellano como de catalán/euskera/vasco/gallego…
Personalmente, he podido observar no sin pavor, que cierta parte de la juventud actual en estas regiones con idiomas autóctonos (no se malinterprete lo de autóctonos, por favor) no sabe expresarse correctamente en castellano, lo cual es triste. Así pues, abogaría porque se impartiera, por supuesto, clase de idiomas regionales, pero siempre dandole, como mínimo, un número de horas equivalente a las horas en castellano.
Un Saludo
EStoy totalmente de acuerdo contigo Júcaro. Primero, en ningún caso el español está amenazado por las otras lenguas del Estado. En todo caso por lo mal que se habla o por el inglés, que también. Segundo, se ha hecho ese manifiesto con una clara intencionalidad política de dividir y crear conciencia anti contra las otras lenguas. Sí que es verdad que esa riqueza, en casos particulares debería administrarse mejor y no llevar el péndulo al otro lado. Es necesario que haya una compatibilidad sin ambages entre las dos lenguas oficiales en las comunidades autónomas en que se hablan. Desde luego yo que vivo la mitad del año en Cataluña no tengo ningún problema. También es verdad que no es lo mismo que en Euskadi.
Salud y República
Tangaroa, lo que propones está bien (para mí, claro), pero con ello, no conseguirías que la gente aprendiera el euskera, que es una lengua bien chunga… joder! si no se entienden ni entre ellos!!!
Es lo que tiene nombrar una lengua como vehicular… en Euskadi, repito, la cosa está muy chunga.
Maripuchi, estoy convencido de que el nacionalismo, centralista o periférico, es una rémora. Solo desde un concepción pacata se puede caer en situaciones como las que describes. Una sociedad madura y solvente, dando más apoyo a la lengua más necesitada de protección, no caería en esa indecencia. Si en Euskadi hay dos lenguas comunes, lógico sería que el sistema educativo obligara a estudiar ambas lenguas y que las familias de los alumnos pudieran optar por el idioma en el que reciben la enseñanza sus hijos.
Tangaroa, coincido totalmente con su primera apreciación. Sin embargo sobre la segunda cuestión me permito discrepar. Hace poco estuve en Barcelona, soy andaluz y no tuve problema alguno con el idioma; escuché hablar indistintamente en catalán como en español, cuantas veces pregunté se me respondió en castellano o en un catalán muy pausado y «entendible»; pude comprar periódicos y libros en castellano como algo natural.
Rafa, pues totalmente de acuerdo con tu comentario.
Júcaro, lo lógico no siempre es necesariamente lo existente… Aquí no lo es. La lengua vehicular es el euskera y hay español, sí, en clase de lengua española, como de inglés. El resto de materias: mates, historia, sociales (conocimiento del medio o como se llame ahora), EpC, etc son en la lengua de Sabino.
Y sí, todos hablan español, porque es imposible (casi) no hablarlo… pero luego escriben abeja con v (aveja) y se quedan tan frejcos…
Maripuchi, lo de abeja con v no es exclusivo de ninguna comunidad. Sobre el tema de la enseñanza entiendo que los tutores legales de los alumnos debieran tener la la posibilidad de elegir la lengua vehicular.
Es curioso que a ese manifiesto lo hayan firmado todos los miembros del PP. Y digo curioso porque Fraga estableció, siendo presidente de la Xunta, el 50% de las asignaturas en gallego, porque el PP balear ha hecho una política lingüística muy similar a la catalana y porque no hay más que coger el estatuto valenciano y leer qué dice sobre su lengua propia y su presencia tanto en la administración como en la educación. Pero más curioso es que Rajoy diga un día que en Cataluña se persigue al castellano y al otro que en esa comunidad hay un bilingüismo perfecto. Y para rizar todavía más el rizo clama al cielo que sean precisamente los alumnos catalanes los que mejores notas obtienen en lengua española en las pruebas de selectividad. Qué curioso ¿verdad?. Un saludo.