Colección de jazz (2ª parte)
Esta es la segunda entrega de la colección de jazz. La reproducción de carpetas no tiene otra intención que la de mostrarlas y compartirlas. Quien se inició en la época del vinilo no puede sustraerse a los recuerdos. Es cierto que hay algo o mucho de fetiche en esta serie de post, pora qué negarlo. Por cierto la RAE, esa cuyo lema dice que Limpia, fija y da esplendor, debiera actualizar las definiciones de su diccionario porque suena bastante añejo eso de entender al fetiche como el ídolo u objeto de culto al que se atribuye poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos.
Fetichismo o no, aunque sin esos poderes sobrenaturales, es cierto que cada disco tiene su propia historia y lleva adherido algún que otro recuerdo y distintas evocaciones; quién. dónde o en qué circunstancias llegaron hasta la colección de jazz que se fue confeccionando desde hace un buen número de años, de cuando los salarios se pagan en unas pocas pesetas.
Esos, sin embargo, son otras historias menos interesantes por personales. Las ciudades donde los adquirí, algunos buenos amigos y amigas que me los regalaron o las distintas y a veces insospechadas causas que me llevaron a elegir un disco en entre varias opciones, pertenecen al ámbito personal y carecen de todo interés porque en el fondo lo que realmente es interesante es el contenido sonoro de guardaban estas carátulas.
Entradas relacionadas: Colección de jazz (1ª parte)
Júcaro:
Excelente selección, sin embargo quiero destacar un disco entre todos, que pasó sin pena ni gloria, pero es una maravilla, Joe Lovano – «From the soul» (Blue Note, 1992).
El cuarteto que Joe Lovano (saxos tenor, alto y soprano) presentó en aquella ocasión es para dejar a más de uno con la boca abierta, Michel Petrucciani en piano, Dave Holland en contrabajo, y uno de mis bateristas favoritos, sonido inconfundible, Ed Blackwell.
Gracias por compartir, e invitar a redescubrir nuestras propias discotecas.
Saludos,
Federico
Federico, muchas gracias por estar siempre y dejar tus impresiones. Particularmente, y junto a este “From the soul” yo no me olvidaría del disco de Jeanne Lee y Ran Blake, «The Newest Sound Around».
Lo descubrí por casualidad quiero recordar que escuchando una emisora de radio. Me sorprendió la voz de una, para mí desconocida, Jeanne Lee. Es una joya tanto la voz y como el disco.
Saludso
Júcaro:
Aquí ya vamos a entrar en el terreno de la libre asociación de ideas del amigo Sigmund.
Hay un disco muy bonito de Jeanne Lee, «After Hours» (Owl, 1994), aunque el sello Owl lo editó primero como LP, luego lo haría como CD, pero creo que también se consiguen ediciones de Blue Note y Sunnyside, y posiblemente de algún otro, la acompaña el genial Mal Waldron al piano.
Saludos,
Federico
Júcaro, yo disfruté, y de hecho sigo haciéndolo, con el disco del Ran Blake Trio, Sonic Temples (GM, 2001), con George Schuller en batería y percusión, y su hermano Ed en contrabajo, hijos del talentoso compositor, arreglador y educador Gunther Schuller.
Es interesante para ponerlo en perspectiva con su primer disco, «The Newest Sound Around».
Saludos,
Federico
Federico Antín; si no entro en los recovecos del amigo Sigmund ¿cómo podría, un lego en técnica musical, escribir algo sobre jazz? Del jazz, como decimos por estas tierras de Andalucía, siento el pellizco o no. Eso es todo. En esta tesitura: Ran Blake está bien, sin más; Jeanne Lee me conmueve.
Gracias, una vez más, por tus aportaciones enclopédicas que son un lujo y enseñanza que valoro no sabes cuanto.
Un abrazo.
Júcaro:
Comprendo muy bien tus palabras, si bien no me gusta hacer comparaciones entre artistas, sin duda los hay de aquellos que llegan muy profundo al alma de uno, en los últimos años, por ejemplo, me resulta muy difícil asistir a shows en vivo en los que hacen jazz standards, me da la sensación de cierto ejercicio, casi gimnástico, repetitivo, sin corazón, si quisiera escuchar «Body and soul» y emocionarme, no voy a prestar atención a alguien que imita, y mal, a Coleman Hawkins, directamente escucho a Coleman Hawkins.
Un abrazo,
Federico