Escolarización y ciudadanía
Aquí, con cierta frecuencia, se zarandea a los cargos públicos. Reconociendo que nuestros representantes políticos no son precisamente dechados a imitar, en esta bitácora nos gusta poner el acento, de vez en cuando, sobre nuestra inacción como ciudadanos. Si tan indignos nos parecen ¿por qué les votamos?, ¿por qué no los cambiamos por otros? ¡Ah!, ¿qué todos son iguales? Esa, aparte de una pobre excusa para no exigirles nada, es una memez y un cheque en blanco expedido precisamente en favor de quienes representan mejor todo lo que rechazamos. Por ello, y no en pocas ocasiones, hemos dejado constancia que nuestros políticos son lo que somos, que nos representan mejor de lo que imaginamos; que son como políticos lo que nosotros como ciudadanos.
Publica Diario de Cádiz sobre el fraude en la escolarización en los colegios concertados y que las agencias de detectives hacen, en mayo, su agosto. Resulta que en la ciudad de Cádiz, en algunas localidades de la provincia y supongo que otros territorios de nuestra geografía, se produce una alta demanda de solicitudes de plazas para los centros concertados. De la información se deduce que se establece una especie de olimpiada del juego sucio en la que destaca la disciplina del aquí te pillo aquí te engaño o esa otra, tan española, de la zancadilla olímpica.
Con el consentimiento, permisividad o dejación del ayuntamiento se falsean los certificados de empadronamiento; con la complicidad de galenos se presentan informes médicos que certifican enfermedades que nos hacen recordar a Molière; con la catadura moral de algunas madres y padres se conciertan separaciones ficticias. Todas estas argucias tienen como objetivo conseguir el centro deseado.
No siendo mejor la enseñanza concertada que la pública, ni teniendo mejores instalaciones y siendo el proceso de selección del profesorado en la pública más racional que el capricho del propietario o de la congregación religiosa de turno (aquí casi todos los concertados están en manos de religiosos), la pregunta que hay que hacerse es por los motivos para emprender esta triste competición entre los padres. Tengo la sensación de que se huye de la pública por un clasismo vano, por un supuesto estatus social tan falso como absurdo, por hacer una especie de selección de los compañeros de sus hijos.
Luego exigimos a los profesores lo imposible.Ya me dirán que perspectiva tiene el profesorado con alumnos cuyos padres son capaces de simular separaciones, falsificar documentación y recurrir a estas argucias propias de rufianes. Que este es un país de pícaros se observa en todos lo niveles sociales y profesionales. Podemos poner el énfasis sobre la clase política pero no estaría mal observarnos a nosotros mismos. Por cierto, ¿quién dijo que no era necesaria la educación para la ciudadanía?
No tengo palabras para agradecerte este post. Además de hacer un retrato fiel de la sociedad española me has leído el pensamiento. Es un calco de lo que a mí me gustaría decir pero no puedo porque no sé expresarlo como lo haces tú. Yo trabajo como docente, he estado y estoy en Consejos Escolares de centro y de localidad y todos lo ejemplos que pones son ciertos. Nuestros políticos son fiel reflejo de lo que somos nosotros, ni más ni menos. Vergüenza de políticos, probablemente, vergüenza de ciudadanos, posiblemente.
Juan; somos nosotros, los padres de alumnos, quienes tenemos que reconocer la labor magnífica que hacen los buenos profesionales y quienes lamentamos estas lamentables actuaciones que denunciamos. Otro día hablaremos del absentismo o de esos profesionales que denigran una profesión tan digna relevante como la de maestro o profesor.
En otra ocasiones ya henmos coincidido en la similitud entre políticos y ciudadanos. Si nuestros políticos son como son ya sabes que buena parte de responsabilidad está en nosotros. Un abrazo.
Tú reflexión tiene categoría ciudadana: la convivencia se sustenta de acuerdo con relaciones como éstas que se establecen entre vecinos y paisanos. Si las relaciones están basadas en la sospecha y si las sospechas, por ende, se confirman, la convivencia se pudre. Incluso si no se confirman. ¿No habría que empezar a impartir educación para la ciudadanía a los adultos? Como la mili en algunos países: hacer una semanita de educación cívica al año.
Santi;: siempre tan generoso en tus comentarios. Creceremos como ciudadanos cuando nuestra prioridades sean otras. Necestiamos más docencia y decencia. La primera vendrá cuando al Podemos continuar reclamando a los docentes las tareas que aparcamos por comodidad, egoismo o incapacidad; reclamamos a los políticos conductas ejemplares aunque a nosotros nos exijamos bien poco. Siempre nos escudamos en los demás para jsutificar nuestras miserias.
Querido amigo, te hemos tomado prestado este brillante artículo para el blog de la AMPA del Colegio Pérez Villanueva de Cehegín. Muchas gracias.
Este blog tiene la fortuna de contar con magníficos lectores que dejan su opinión sobre cuanto se publica pero muy probablemente, nunca me había producido tanta satisfacción saber que lo escrito sea valorado de esta manera. Gracias.
Total: que todos muy modernos, muy progresistas y muy de izquierdas, pero, por lo que se ve, a la hora de elegir la educación de los hijos se pretende un centro conservador en el que se imparta la enseñanza ‘de toda la vida’. Esto es ser consecuente con uno mismo y lo demás son tonterías.
Manuel, así parece ser la tónica general. Sería interesante conocer datos estadísticos de los colegios que eligen para sus hijos, los altos cargos de nuestra administración y los profesionales de la enseñanza. Estoy convencido que los datos darían para mucho.