Hoy, no me llames español
Hoy, como escribe RGAlmazán, la España imperial está de fiesta. La historia está ahí para conocerla e interpretarla, para tratar de evitar sus errores y repetir aciertos. Dicen que nuestra memoria individual es selectiva, pero la colectiva nos la imponen con celebraciones de fechas y acontecimientos que bien podrían pasar desapercibidos o ser aprovechados de otra manera.
Hoy hubiera sido un buen día para celebrar, si por ejemplo, no se hubieran dado argumentos a organizaciones sindicales, sociales y colectivos de inmigrantes para denunciar la nueva reforma de la Ley de Extranjería.
Hoy hubiera sido una buena ocasión para sentirme orgulloso de mi Gobierno si la reforma emprendida no considerara la inmigración como problema social, policial o delictivo. Hoy hubiera sido una buena oportunidad para celebrar una verdadera política estatal de integración social, orientada hacia la protección de las libertades y derechos de la población sin distinguir entre autóctonos y quienes no lo son. Hoy tendría motivos para sentirme orgulloso de ser español si, por ejemplo, esa reforma legislativa no pusiera el acento en las medidas represivas, en las privaciones de libertad o las expulsiones forzosas, si no se criminalizara la solidaridad ni persiguiera la hospitalidad. Yo celebraría este día si se hubiera apostado por un trato igualitario de las personas tuvieran o no papeles.
Hoy saldría a la calle y a la Red para festejar, si los menores no fueran tratados como extranjeros sino como menores.
Hoy tampoco me envolveré en la bandera porque como escribió una buena amiga: «no existen en mi vida banderas que escondan injusticias/ni tronos que perpetúen una estirpe inventada«. Hoy no tengo nada que celebrar. Hoy, no me llames español.
Pues yo diría que ser español no puede ni debe ser motivo de exhibir ningún tipo de orgullo. Ninguno de nosotros elegimos el lugar de nacimiento ni la raza, ni la nacionalidad. Ello, nos vino impuesto.
Sí que podemos sentirnos felices de haber nacido en un mundo donde impera la prosperidad y el «bienestar». Aunque estemos en crisis.
No podemos, obviamente, olvidar a quienes nacieron entre miserias y necesidades de toda índole.
Hoy, debe ser un día de conmemoración cívica, social, reivindicativa y humana. Entre todos los ciudadanos.
Saludos republicanos. Toni Sagrel.
Yo tampoco me siento español, entre otras muchas cosas aparte de la que mencionas, porque la ese pedazo de trapo con unos colores que es la bandera es excluyente. Excluyente para todos los demás trapos y excluyente para todos los demás colores. Y a mí para trapos los que yo me pongo a mi gusto y para los colores prefiero el verde, el morado y el azul; aunque me gustan todos los del arco iris. Así que para banderas, las del movimiento gay, que no excluyen a nadie.
Por tus razones y más, que hoy, tampoco, me llamen español.
Salud y República
Rompo por un instante la promesa de no volver a comentar pero como me gusta tanto lo que sueles escribir no he podido resistir la tentación:
Montesquieu: «Soy neceseariamente hombre, y francés sólo por casualidad»
Yo diría más, hasta lo de hombre es por casualidad y no necesariamente inmutable.
Decía Azaña que no soportaba de España su envidia, su violencia, su atraso, su fanatismo y otras muchas cosas, pero que eso no le podía hacer darse la vuelta y rechazar España como nación o como concepto. Que esos sentimientos, en cambio, le daban fuerza para intentar cambiar esa realidad de su tierra.
Yo opinio como Don Manuel Azaña. Por mucho que me parezcan despreciables muchas de las inercias de los Españoles, por mucho que rechace a los que se envuelven en la bandera rojigualda, a los que convierten el término «Español» en algo negativo gracias a su atraso mental y cultural; Por mucho que nuestros políticos sean lamentables, por mucho que nuestra iglesia sea la más reaccionaria de occidente y por mucho que se sigan arrastrando ciertas inercias de nuestro pasado más negro.
Todo ello no me hace rechazar la nacionalidad que me ha tocado en suerte. España es mi país, mi ámbito de actuación, donde vive la gente que tiene una cultura relativamente cercana a la mia. Es la realidad política con la que debemos vivir e intentar cambiar.
No me siento ni orgulloso ni lo contrario. Creo que entrar ahí es caer en la trampa de los que le dan a la nación sentidos trascendentales que no posee.
El muestrario sería mayor pero en día tan señalado de exhibicionismo patrio me pareció oportuno expresar mis discrepancias con las intenciones de mi Gobierno en referencia a la reforma de la Ley de Extrangería.
Toni, a tu comentario sólo una objeción; desde mi particular punto vista, hay poco que celebrar y mucho que reivindicar.
Runaway, siempre digo medio en broma medio en serio que las banderas son un peligro: tienen mástiles.
Juan, «no te digo ná». Ya sabes todo lo que se me viene a la mente cuadno apareces por este sitio.
Pedro, no rechazo a España ni como concepto ni como nación. Pienso que la posición expresada es muy clara; hay cosas que se hacen, cosas que hace el Gobierno que voté y que apoyo, que no me gustan y las expongo. Hoy, (por estas cosas) no me llames español.
No hay rechazo de la nacionalidad, sino demanda de que se hagan las cosas de otra manera y que ciertas restricciones nunca se lleven a cabo. Entiendo tu comentario y agradezco el tono correcto en la discrepancia.
Y aún menos ganas de ser español, si te encuentras con esto:
http://www.stralunato.com/2009/10/06/el-dia-en-que-senti-verguenza-de-ser-espanol/
Lamentable!!! Paren el tren que yo me bajo!!
Amigo Rave, ya te digo: Hoy, no me llames español.
En esta petición hay un profundo deseo de hacer las cosas de otra manera, de que el Gobierno haga las cosas de otra manera que para las pretensiones apuntadas en la reforma de la LE, ya vendrá el PP.
Faltaría más que no discrepásemos con educación, hombre, que no somos cavernicolas.
A mi siempre me ha dado mucha rabia como desde sectores derechistas duros se quedan la nacionalidad como un bien privado. Para mi, la nacionalidad, la Españolidad, no es más que el conglomerado de voluntades individuales de ciudadanos que la componen, con sus vínculos creados por la cultura y la historia. En el fondo no es más que la nación como concepto republicano, tan alejado del nacionalista.
«Ser» Español, querer a España, «sentirse» Español, no son más que términos casi vacíos que, de significar algo, debería significar un compromiso social con tus conciudadanos para crear un país mejor.
Que los que dejarían a muchos de sus conciudadanos en la cola de Cáritas quitándoles las ayudas sociales, que aquellos que son incapaces de pagar un solo impuesto sin pensar que les están atracando para darselo a gentuza, que toda esa gente que sólo piensa a sí misma y en sus propios intereses sea la que se atribuye la nacionalidad en exclusiva me parece vomitivo, cuando no son más que apátridas sociales que han convertido en concepto revolucionario de «Nación» que existía en el siglo XIX en un trapo y una forma de imponer a los demás sus prejuicios.
Un saludo.
Pues ahora no puedo discrepar ni educadamente ni de otra forma; suscribo este comentario sin añadidos ni matices.
Me gusta la cita de Montesquieu que puso otro. Más es ser orgulloso de lo que tu haces por el mundo y otras personas.