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Rajoy, el ocurrente

25 enero 2010

En cierta ocasión Mariano Rajoy dijo que no bastaba con ser español y tener 18 años para ser presidente del Gobierno. ¿En quién estaría pensando?

Sé que me repito pero no deja de sorprenderme la buena consideración que tiene Rajoy entre muchos creadores de opinión, cuando le hacen pasar por moderado, inteligente, culto, de buenas maneras y mejor experiencia. Sin embargo, a poco que hagamos memoria o indaguemos en buscadores y hemerotecas, florecerán evidencias de todo lo contrario. Supongo que no será necesario recurrir a su confusión entre clima y tiempo implicando a su primo o al «si usted no cumple le pondrán bombas y si no le ponen bombas es que ha cedido, magnífico ejemplo de lógica deductiva de todo un hombre de Estado.

Alguien que ha sido ministro de Ministro de Administraciones Públicas, Educación y Cultura, que ocupó los ministerios de la Presidencia o el de Interior y que en la actualidad es el presidente del Partido Popular debiera tener mayor esmero al pronunciarse sobre ciertos temas, hacerlo con mayor consistencia y enjundia. Rajoy gusta de hablar florido pero, incluso cuando en el pasado tuviera responsabilidades directas sobre el asunto en cuestión, deja muestras de superficialidad y desconocimiento o de un cinismo impropio de quien aspira a tanto.

Ahora, con un sentido de la demagogia que hubiera hecho feliz a Goebbels, con un juego perverso, intenta la rapiña de un mísero puñado de votos agitando la inmigración con un mensaje de dos caras. Por un lado pide endurecer la ley de inmigración —¿recordamos también que él era miembro de un Gobierno que realizó una regularización masiva con un simple bono bus?— y a continuación, pero sin desmarcarse del «aquí no cabemos todos» de Alicia Sánchez-Camacho, se presenta como partidario de dar sanidad y educación a todos los inmigrantes sin estar empadronados.

Pongamos el foco en el aspecto educativo de su penúltima ocurrencia y comprobemos si este señor sabe de lo que habla. Con la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, la misma que ya estaba en vigor cuando él era ministro de Educación y no cambió, los extranjeros residentes en España tienen derecho a recibir educación. Este derecho se hace realidad admitiendo a cada alumno a un centro. Para ello, en la Comunidad de Madrid, por citar una dirigida por el PP pero más o menos igual actúan el resto de autonomías, cuando hay más solicitantes que plazas en un centro, uno de los criterios en la baremación de las solicitudes para la admisión es la proximidad del domicilio familiar o laboral al centro educativo (Art. 8 de la ORDEN 1848/2005, de 4 de abril, de la Consejería de Educación). Si Rajoy defiende la educación para todos los inmigrantes que no estén empadronados, lo primero que tiene que hacer es cambiar la Ley en vigor así como las normativas que regulan la elección de centros porque de lo contrario estaría perjudicando muy significativamente a los inmigrantes no empadronados.

Cuando Rajoy lanza un mensaje de ese buenismo que tanto ridiculiza en Zapatero, ¿sabe lo que dice?, ¿calcula sus consecuencias? La administración educativa, como la sanitaria o los propios ayuntamientos precisan conocer a cuántos ciudadanos deben atender. Para tratar de cubrir las necesidades básicas, lo primero es saber a cuántos hay que prestarles los servicios y dónde. Si se deja invisible a una parte de la sociedad difícilmente se le podrá dar la cobertura educativa, sanitaria y social que precisa.

En Andalucía, según un Estatuto que en el trámite parlamentario votó favorablemente el propio Rajoy, exceptuando los derechos de participación política, «los destinatarios de las políticas públicas y los titulares de los derechos y deberes […] son todas las personas con vecindad administrativa». Aquí el empadronamiento es un aval, una carta de garantía.

Los criterios para el empadronamiento de los inmigrantes no se han modificado, ni hasta la fecha se ha presentado proposición alguna para hacerlo desde que se aprobaran en 1997, precisamente cuando Rajoy era Ministro de Administración Pública. Ahora, al calor de cierta repercusión mediática, Rajoy entra en escena con una ocurrencia tan engañosa como mezquina, tan contradictoria como perjudicial para los propios inmigrantes. ¿Lo peor? El bochornoso cálculo electoral.

Dicen las encuestas que este señor tiene posibilidades de ganar las próximas elecciones generales. Ante esta hipótesis y considerando éstas y otras ocurrencias marianas, me pregunto si pensaba Mariano en Rajoy cuando dijo aquello de que no bastaba con ser español y tener 18 años para ser presidente del Gobierno.

7 comentarios leave one →
  1. 25 enero 2010 10:29 pm

    ¿Moderado?, ¿inteligente?, ¿culto?, ¿de buenas maneras y mejor experiencia? Seguro que no estamos hablando de la misma persona.

    • 26 enero 2010 7:42 am

      Eso mismo me pregunto cada vez que leo o escucho éstas alabanzas o similares referidas a este señor.

  2. santi permalink
    26 enero 2010 1:26 am

    Ya se va viendo el programa que el PP tenía escondido en el cajón de la derecha: despido más barato, castigos penales más duros como la cadena perpetua o menos derechos para los inmigrantes. ¿Cuál será la próxima? ¿Prometerá bajar los impuestos como su colega Angela Merkel en Alemania para después, ya en el Gobierno, dejarlos tal y cómo estaban? ¿Una reducción del déficit público mediante el recorte de prestaciones sociales o, como hizo Aznar, de inversiones en infraestructuras? Lo iremos viendo en hilillos.

    • 26 enero 2010 7:45 am

      Efectivamente, en los últimos días el PP se ha convertido en una máquina de hacer guiños a la extrema derecha.

  3. 26 enero 2010 2:47 am

    A mí siempre me ha parecido el típico clasista que se ríe de los demás porque se sabe parte de los «elegidos» desde la cuna y porque quienes querráin ser como él le ríen las gracias. A este le falta que alguien le ponga en su sitio, como a tantos como él: un pico y una pala le daba yo, para que supiera lo que es trabajar, aunque sólo después de que pierda las próximas elecciones…

    • 26 enero 2010 7:50 am

      Es un señor que se contradice continuamente. Ayer le escuché pronunciarse sobre el tema de los cementerios nucleares para decir que no lo tenía claro. La hemos visto, en referencia a Garoña, ponerse al lado de las centrales nucleares, ¿cómo puede ahora decir que no lo tiene claro? ¿desconoce que una central, además de energía, produce residuos? Rajoy, en demasiadas ocasiones, parece de chiste. Peridis lo dibuja tal cual: tumbado y ensimismado fumando un puro..

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