Sabios a la violeta
Aquí lo reiteramos con frecuencia: usamos las palabras con cierta frivolidad. Probablemente sean muy pocos los que merezcan ser considerados sabios y para colmo, muchos de los presentados como tales nunca han acreditado sabiduría alguna. En todo caso aunque les llamen sabios y ocupen tribunas importantes, convendremos que no son sabios todos los que aparecen y que el sabio lo es no por el boato que le rodea sino por su sabiduría. Dicho esto, no quisiera olvidarme de los sabios lelos que son aquellos que nos toman por tontos; esos que pululan por todos lados, por todas las geografías y por todos los medios y cuya ciencia es un corta y pega más o menos aparente con el que ocultan la vacuidad de sus planteamientos y su escasa sabiduría.
Resulta que un grupo, que llaman de sabios —para lo que han hecho ya se podría haber buscado un nombre menos rimbombante— ha propuesto las mismas recetas ya conocidas y propagadas desde las posiciones más conservadoras del sistema. En el documento que han elaborado se repiten las mismas estrategias ya diseñadas y mil veces anunciadas y difundidas por el liberalismo y sus voceros. Que hay crisis es una evidencia incontestable, tampoco admite discusión la necesidad de tomar medidas para salir de ella. El problema radica, no en el diagnóstico sino en las soluciones, en definir y delimitar las medidas necesarias para terminar con esta situación actual y evitar que en lo sucesivo se repitan situaciones similares. El diagnóstico es muy claro, lo que causa cierta perplejidad es recetario de estos sabios.
De un sabio cabe esperar algo diferente del resto de especialistas y expertos; una visión rompedora que alumbre nuevos enfoques y propuestas de salidas novedosas para eludir el actual atolladero. Elaborar un documento recopilatorio de cosas ya sabidas puede resultar interesante, incluso puede que necesario, pero si en él no hay nada nuevo, nada que ilumine al resto de mortales, no parece obra de sabios. Porque aquí, que el enfermo está mal parece que nadie lo cuestiona. Es fácil determinar las causas que han llevado a esta situación y graduar el reparto de responsabilidades, por ello de estos sabios cabria esperar que pusiesen luces sobre un nuevo modelo económico que no esté sustentado en el sostenimiento continuo del crecimiento, en el mal reparto indecoroso de los beneficios y en la búsqueda constante de medidas paliativas sobre los hombros y espaldas de quienes menos responsabilidad tienen en todas las recesiones y periodos de crisis.
Los sabios apuestan por alargar la vida laboral. En otras palabras, su propuesta es: del puesto de trabajo al geriátrico y, por siempre, esclavos del trabajo, del salario y la hipoteca. ¡Qué gran sabiduría la de estos apesebrados!
Los sabios apuestan, ¡jo, qué sorpresa!, por la energía nuclear, eso sí, aluden a la necesidad de «potenciarse la búsqueda de fuentes de energía renovables que sean viables».
Los sabios apuestan por una política migratoria que favorezca la inmigración selectiva y cualificada. L a libertad de movimientos, la necesidad de huir de la represión política, del hambre o la necesidad de aspirar a buscar un mundo mejor son aspectos no contemplados. Aquí o están preparados para ser útiles al dios mercado o sólo son un incordio.
Dicen que la sabiduría no se ha concedido a todos por igual y debe ser cierto. Pero, ¿tan complicado es determinar que es el modelo lo que está mal? ¿Hay que alcanzar el rango de sabio para no percibir lo que parece incuestionable? Es el modelo lo que está mal pero nuestros sabios, por lo que parecen se han quedado sordos y ciegos; no se enteran o no lo quieren ver. Eso sí, nos presentan su sabiduría en un envoltorio muy aparente. Para engañarnos con la envoltura del caramelo los hay que son muy listos.
Es un error calificar de sabios a quienes no lo son a pesar de sus experiencias, dignas de ser oidas pero que no tienen porque ser tomadas como dogma de fe. Coincido en tu apreciación sobre el pie del que cojean sus recetas y que enlaza perfectamente con mi apreciación de que en la actual UE es muy difícil o casi imposible aplicar políticas sino de izquierdas sí al menos progresistas. Pero es un problema de los fundamentos de la misma unión.
Mala cosa si ésas son las recomendaciones de los «sabios». Habríamos ganado más si les hubiesen encargado el informe a los A.T.T.A.C.
O reformulamos estos planes de Europa que hay por unos que de verdad nos gusten, o más nos saldrá a cuenta dar un paso atrás en la integración continental. Y sería una lástima para los que creemos en la posibilidad de una unión política buena para todo el mundo y no sólo para las élites económicas de modernos constructores de pirámides a latigazo.
Hace poco, el Sr. Rojillo, también de SeR, escribía de este mismo tema.
Cordialmente,
Seguro que Felipe Gonzalez nos propone otra reconversión (bonita palabra para designar la destrucción de todo un sector) industrial para salir de la crisis y depender más de los mercados alemanes. ¡Todo sea por la unidad de Europa!
Es que hay que diferenciar, Don Júcaro. Se les llama sabios por no llamarlos monosabios, que ya sabe usted que la jerga, como todo lo taurino, está denostado hasta decir basta.
En una cosa sí que tienen razón, si leemos el documento sin entrar en disquisiciones, o impulsan la construcción europea desde la sociedad y tal y como la sociedad quiera, es decir, como queremos los europeos, o se van a meter la UE por donde cargan los camiones.
Don Reven, en referencia a la reconversión industrial, sería bueno saber qué habría hecho usted con una serie de empresas que vivían de las rentas otorgadas por el Estado, porque más pérdidas no podían dar, chupando de los impuestos que, en ese momento, eran necesarios para levantar los colegios e institutos en los que usted estudio, y los centros de salud a los que usted fue cuando tuvo paperas. Curiosidad – no se preocupe que no le voy a recordar eso de que el sector de la industria del acero alemana o los astilleros navales ingleses o noruegos jamás han tenido ni tendrán pérdidas, que no quiero avergonzarlo-.
Ôo-~
Yo he contado las veces que sale la palabra “democracia”, y este post ya tiene un número de comentarios mayor: 4. En el prólogo ninguna.
También he contado las veces que sale la palabra mercado: 54.
Perdonen ustedes la demagogia, pero creo que el dato es muy revelador de las preocupaciones e intenciones de nuestros glamurosos monosabios.
Para mi que lo que trataron es de que esos venerables retirados de los que solo cabe destacar a FG , Walesa y el italiano del que ahora no recuerdo su nombre se entretuviesen en algo. Es preferible que no se reunan, si no, nos llevarían siguiendo uno de los refranes preferidos; «No importa que el gato sea rojo o amarillo lo importante es que cace ratones» A lo dicho, nos asimilarían a los chinos con la esperanza de resultar tan competitivos como ellos.
saludos,