Distintas formas de violencia
Resulta complicado transitar por la frontera que separa la prudencia de la temeridad. Con respecto a la agresión al consejero autonómico de Murcia, lo prudente sería recurrir a las palabras de condena, para quedarnos en ese protocolario rechazo a la agresión que muchos compartimos. Sin embargo, leo la respuesta de Cospedal o Rajoy, como especialistas en la bíblica referencia a la paja en ojo ajeno, que, sin otras pruebas que sus intereses electorales, señalan al PSOE y al Gobierno como responsables de la referida agresión. Deduzco que ellos dejan la prudencia aparcada para deslizarse de manera consciente hacia el lado de la temeridad.
Es sabido que la violencia se ejerce de diferentes formas. Cada día se comprueba al leer distintos medios o si tienes estómago suficiente como para zapear por la TDT Party. Leo en una editorial de ABC: «Fuera en su día la crisis del «Prestige», o fuera la intervención en Irak, la izquierda no ha dudado en recurrir a la violencia para intimidar al PP.» El periodismo español suele manifestarse torpe, sectario, agresivo y con la conciencia hipotecada por el fanatismo, la intolerancia y sus intereses ideológicos y empresariales.
Sea con puño de hierro o de guante blanco, la violencia es siempre, y en todos los casos, tan rechazable como condenable. Hay violencia que deja marcas visibles y todos nos alarmamos, especialmente si el agredido es alguien conocido o quien ejerce un poder público; la otra violencia es más sibilina, no deja marcas visibles, pero sus secuelas son más dolorosas y traumáticas.
Desde aquí, para quien quisiera entender, escribo mi rechazo a todas las formas de violencia: no, a la violencia física; no, a la violencia verbal o escrita; no, a la violencia legislativa.