Una buena noticia
Las buenas noticias no son noticias ni suelen ocupar primeras páginas. Si alguien argumenta que las noticias no son buenas o malas sino interesantes o carentes de interés, sería suficiente con mostrarle las primeras páginas de los periódicos, sus editoriales o los escritos de sus más prestigiosos colaboradores. No se trata de esconder la verdad pero tampoco de mostrarnos como una sociedad masoquista.
Si el pacto social y económico es garantía de futuro, un acto de responsabilidad como afirma Zapatero, o la demostración de que tanto el Gobierno como los sindicatos firmantes nos han traicionado, lo sabremos con el tiempo. De lo que no hay duda es de las recetas neoliberales que aplica el Gobierno para salir de la crisis. Estoy con Rubalcaba cuando alerta del peligro de salir de la crisis por la derecha, el problema es que el Gobierno, de un tiempo a esta parte, siempre lo intenta por la derecha.
Cada mañana nos desayunamos con la ración completa de malas noticias. Las buenas, no son noticias; parece que no venden, no interesan y no se publican o se postergan a los espacios menos visibles. Precisamente por ello y por tratar de observar algo positivo en los últimos acuerdos entre Gobierno, sindicatos y empresarios haré referencia a una muy buena noticia. Resulta que los trabajadores del campo serán equiparados a los del Régimen General. Sí, esos que han sido objeto de una campaña permanente en el tiempo y constante en la infamia, a cuentas del PER y otras miserias, salen beneficiados en el acuerdo. Logran una reivindicación histórica y, entre otros beneficios, la pensión media de estos trabajadores pasará de 556 a 1073 euros. Así pues, dejando de lado eso de la jubilación a los 67 —como número prefiero el 69—, y rumiando peor que mal el aumento de años de cotización para el cálculo de la pensión futura, parece que lo pactado consolida y asegura el futuro de los trabajadores del campo.
Es cierto que los tiempos cambian, ¿quién tiene aún hoy colgado un poster del Che, Dylan o Camarón? Si los trabajadores de hoy no somos como los de hace unas décadas, tampoco deberíamos sorprendemos de la transformación observada en los partidos de izquierdas y en los sindicatos llamados de clase.
Esta es una muy buena noticia que apenas tiene recorrido en la prensa. Y lo es porque, además de hacer justicia con los trabajadores del campo, la medida puede favorecer la recuperación demográfica de los pueblos. Algo que no parece intrascendente cuando desde hace décadas en muchas zonas rurales se consolida la despoblación mientras que las ciudades se saturan hasta convertirse en espacios insostenibles.
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