El carnaval, el himno y los Borbones
El almanaque señala que es Carnaval. Y, aunque en la vida cotidiana sean tantos los disfraces que pudiera pensarse que el Carnaval perdió su encanto, siempre por estas fechas aparecen las murgas que, en Cádiz son chirigotas. coros y comparsas, con la careta recortada y vestimenta grotesca para hacer crítica, burla, parodia, y denuncia social.
Se persigue la sonrisa, la carcajada pero también la denuncia; se canta desde el compromiso o el simple desahogo. Cádiz se piropea y ensalza, pero también se ríe de sí misma, de todo y todos. Las letrillas, incluso los tipos (disfraz), derrochan ingenio y humor, crítica social y política. La denuncia policroma dibujada de sonrisa para gritar a los oídos de los falsos moralistas de la corrección política y moral.
Dicen que Cádiz ahuyenta el silencio cuando llega el Carnaval (1); que no es tiempo de reflexión ni confidencias. Que el Carnaval es sobretodo exteriorización. y que incluso las letras más sentidas, aquellas que buscan la fibra más sensible, las que dicen del cáncer, el dolor y las penas, son cantadas para ser oídas, compartidas y repetidas por todos.
De Los Joaquín Pamplina, cantautor de la Plaza Mina, un pasodoble al himno de España haciendo referencia a los «Bordones, bordones, bordones, qué mancha de Borbones, Borbones, Borbones…».
(1) Desde el sur: lucidez, humor, sabiduría y otros discursos. Mariano Peñalver