La luz de Rubalcaba
Hace unos días recordábamos a Diógenes con su lámpara buscando a un hombre. Escribíamos entonces que el PSOE había encontrado a su hombre para la próxima convocatoria electoral y que éste caminaría como el filósofo griego, con una lámpara para alumbrar un proyecto, un discurso capaz de reconciliar a buena parte del electorado que abandonó al PSOE cuando éste se alejó de los principios y políticas socialdemócratas. En la proclamación de la candidatura, el hombre del partido socialista no defraudó al poner el foco, con habilidad y brillantez, sobre algunas líneas de lo que será el programa electoral.
El proyecto, en palabras de Rubalcaba, debe ser ambicioso y realista. Ambicioso en aspiraciones y realista en propuestas y soluciones. Marcó cuatro objetivos: creación de empleo, economía sana, igualdad de oportunidades y política democrática con más proporcionalidad y más cercanía. El mensaje —que pretende devolver la democracia a sus auténticos dueños, los ciudadanos— sonó bien y creíble para una parte del socialismo desencantado. El problema estriba en el daño infringido, en el desengaño de miles de ciudadanos que ahora recelan de una marca política en horas bajas. Tan en horas bajas que incluso la web del PSOE se camufla en la de Rubalcaba. Y sin embargo, hay un sector del electorado que está deseando atisbar señales para volver. Para otros, la decepción es tan grande que su recuperación costará algo más que un discurso lúcido y una oratoria brillante.
El PSOE ha acertado con el cartel electoral, con el hombre que ya triunfa en la red. Si alguien puede formular un discurso sólido e ilusionante, ese es Rubalcaba. Pese a la enorme hipoteca que supone haber estado en el cuadro de mando en los momentos más duros y frustrantes de aquellos días de mayo del 2010, si hay alguien en el partido capaz de elaborar y estructurar un proyecto mayoritario, ese es Rubalcaba. Bastaría con escuchar íntegro su discurso en el acto de proclamación para comprobar lo convincente que Rubalcaba puede resultar a la militancia socialista. Queda por determinar el grado de entusiasmo o apatía en el electorado abandonado y en el votante perdido.
El futuro programa del PSOE escorará a la izquierda. Buscará la complicidad con los más perjudicados de la crisis. Redoblará intenciones en la defensa de la educación y sanidad pública, apostando por una educación que en vez de «formar funcionarios forme emprendedores» y una sanidad más fuerte y eficiente. Aspirará por otra parte, a mejorar el funcionamiento democrático primando la representatividad y la cercanía.
Entre las líneas generales propias del acto iniciático del que se trataba, apuntó algunas concreciones: tasa a las transacciones financieras, aportación de una parte de los beneficios bancarios para la creación de empleo o la lucha contra los paraísos fiscales. La partitura suena bien y la pregunta, mejor o peor intencionada, es; ¿por qué ahora y no antes? ¿Será por una vez cierto ese tan cacareado estribillo de que el partido se abre a la sociedad de una vez por todas? ¿Habrán resultado útiles las manifestaciones ciudadanas demandando otras políticas y más democracia? La luz de Rubalcaba ilumina ya el nuevo programa, lo que se desconoce es si esa luz será suficiente para encontrar y recuperar tanto voto extraviado. Una última pregunta, aunque me salga por la tangente; ¿aceptará Rajoy un debate electoral con Rubalcaba?
Actualización para recopilar algunos post sobre el candidato Rubalcaba: Antonio Suárez, Diego Cruz, Ion Antolín, Jesús Moreno Abad, Manuel Calleja, Martu, Ramón Cotarelo,
Sólo espero que la escabechina que está haciendo el CIU en Cataluña con la sanidad y la enseñanza pública, y su intento de privatizarlas, no sea copiada por otros partidos en los meses siguientes. Es una vergüenza que ahora mucha de la gente que los votó, se muestre «indignada» al ver lo que está sucediendo…
Hoy no imaginamos otra forma legítima de gobernar distinta a la democrática. Y sin embargo, la democracia, que se sustenta en la persuasión, en demasiadas ocasiones es sustituida por la demagogia y las medias verdades. Este es un riesgo permantente y contante para la democracia. En las manifestacioens ciudadanas de mayo y junio había una seria advertencia a la clase política. El grito de «no nos representan» no era un grito antisistema sino que lo entiendo como un grito profudnamente democrático; en defensa derl sistema democrático y de representantes dignos de ese sistema. Esperemos que buena parte de la clase política sepa escuchar y amoldarse a las nuevas exigencias.
La defensa de la sanidad y la educación públicas es algo por lo que no debemos dejarnos embaucar. Sabemos quienes apuestan por su defensa y quienes prefieren reordenar y gibarizar el Estado.
Es un placer coincidir contigo en la defensa de lo público. Saludos.
Gran artículo Júcaro.
Por mi parte solo matizar una frase: «pese a la enorme hipoteca que supone haber estado en el cuadro de mando en los momentos más duros y frustrantes de aquellos días de mayo del 2010». Creo que Rubalcaba lo explicó muy bien ayer en su discurso: Zapatero no pensó en los votos, no pensó en el partido, no pensó en él mismo. Su única preocupación era que España no corriera la misma suerte que Grecia. Eso sí nos habría hipotecado durante mucho tiempo. Que el gobierno ha realizado un plan de ajuste «de derechas» es innegable, pero con matices: se limitó a quitarnos lo que nos dio al terminar la primera legislatura. Los 400 euros, la ayuda a la maternidad, la rebaja salarial a a los funcionarios y la congelación de las pensiones no contributivas (solo estas) son, quitando la ampliación de la edad de jubilación, son las medidas adoptadas. Si miramos a Alemania o Reino Unido sus planes de ajuste fueron todavía más drásticos, hasta el punto de que Merkel y Cameron coincidieron en calificarlos de «los más duros desde la II Guerra Mundial». No estoy con ello quitándole hierro al asunto ni mucho menos. Pero lo que se hizo se hizo sin menoscabar otros derechos como sí ocurrió en esos dos países que he citado. Nada es irreversible, ni siquiera estas medidas. Si no se hubiesen aprobado nos habríamos visto en la misma situación que Grecia, Portugal o Irlanda, que por no aprobar sus respectivos planes, no han tenido más remedio que pedir el «rescate» y atenerse a llevar a cabo no solo lo rechazado sino mucho más. Sinceramente: prefiero un gobierno que antepone el interés general al propio, aunque eso no quite que no me gusten las medidas adoptadas. Un saludo.
Ilusión frente a desasosiego. O será esperanza o acogerse a un clavo ardiendo…