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Justicia ciega, jueces bizcos

26 diciembre 2008

Con su corporativismo, indignidades e hipocresías; con sus amenazas, prevenciones y exculpaciones -para el juez Tirado por ejemplo-, los jueces hacen recordar la sentencia popular según la cual quien la justicia reparte, no puede ser juez y parte.

La actitud de la judicatura, secretarios judiciales incluidos, me recuerdan al dentista que aparece en la primera página de la novela Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda. Aquel sacamuelas mitigaba el dolor de sus pacientes mediante una curiosa suerte de anestesia oral. ¿Te duele?, ¡Quieto, carajo! ¡Quita las manos! Ya sé que te duele. ¿Y de quién es la culpa? ¿A ver? ¿Mía? ¡Del Estado! El Estado tiene la culpa de que tengas los dientes podridos. El Estado es culpable de que te duela. Entonces, aquel hurgahocicos, se quedaba tan pancho endosando su incapacidad para operar sin dolor, en el Estado, en el Gobierno, que así se lee en la novela, o en la madre que lo parió. El caso era distraer al paciente y encubrir su negligencia. Pues, de parecida manera argumentan los jueces españoles, y, como el sacamuelas, exculpan su falta de celo y profesionalidad en las carencias del Estado. Así las cosas, ellos afirman no ser responsables de sus errores para, a continuación, trasladar la responsabilidad a la administración. En el fondo, y si la cosa no fuera tan seria e indignante, podríamos convenir que, efectivamente, no son responsables porque son unos irresponsables.

Lo del trato preferente al juez Tirado tiene bemoles. Pero es preciso no confundir, ni que nos confundan; de la muerte de la niña sólo es culpable el asesino. En realidad, nadie con un mínimo de objetividad debiera culpar a este juez de la muerte de Mari Luz Cortés. Quedando esto claro, parece evidente que, al juez, debiera exigírsele responsabilidades por su irresponsabilidad, por no haber ejercido la potestad jurisdiccional que tiene constitucionalmente atribuida. Sin embargo, la reacción gremial ha consistido en un penoso, ¡todos a una! y, como un fuenteovejuna corporativista, toda la rancia judicatura pareciera entonar: ¡Salvemos al juez Tirado! Y en ese salvar al juez ¡El Estado culpable!, para así evadir responsabilidades porque, siendo el Estado, somos todos y ninguno. Eso sí, dejan para el disimulo y la indignación una sanción de 1500€.

Dicen que sí, dicen que no. A raíz de estos acontecimientos, se anuncia una revuelta judicial orquestada – la primera huelga de jueces se organiza en la Web– y en la banda, algunos elementos sobresalen con más pena que otros. El juez decano de Córdoba y sus amenazas, al afirmar que, los jueces, como se encuentran desasistidos, se verán obligados a reducir los juicios, para concluir que esto, en dos años, revienta. Luego, supimos que este mismo juez, al contrario que otros compañeros, no pidió refuerzos. Si hablamos de estrategia calculada para que reviente la justicia, que es uno de los tres poderes del Estado, ¿podemos hablar de terrorismo judicial? Y si así fuera, ¿quién carajo juzgaría a este juez? Otro juez, responde una voz sabia. ¡Ya!, como el juanpalomo del yo me lo guiso yo me lo como.

La anunciada revuelta judicial, la decisión del CGPJ, las declaraciones del juez decano y de las asociaciones judiciales recuerdan al viejo ruido de sables cuartelero transformado en el fru-fru de la seda de sus togas. La pregunta inevitable es: ¿puede un poder del Estado desafiar al Estado? Cuando eso es así, qué nombre recibe.

El abuelo que no conocí, decía que a la justicia la representan con los ojos vendados, pero que abunda el juez bizco de intención y de voluntad torcida. ¡Cuánta razón, tenía el viejo!

9 comentarios leave one →
  1. 26 diciembre 2008 11:49 am

    Golpe del Tercer Poder, sería el título de la película.

  2. santi permalink
    26 diciembre 2008 1:06 pm

    Además, la judicatura, apelando a que tiene que preservar su independencia, actúa con un absoluta falta de transparencia: ¿Algún medio de comunicación ha contado alguna vez a qué dedica su tiempo un señor juez? ¿a qué hora pica, a qué hora sale? ¿Cuáles son los detalles de su actividad diaria? Nada, no sabemos nada. saludos.

  3. 26 diciembre 2008 1:44 pm

    Es que los jueces se han autoendiosado y así nos va.

    De todas formas, más allá del corporativismo injusto e irracional, me gustaría hacer hincapié en un asunto, a saber: Muchos han hecho rápidamente una comparación entre el juez Tirado y el juez Calamita y han dado a entender que los del juez Tirado es mucho más grave y ha sido menos castigado. Ojo, cuidado con estas inaceptables comparaciones. Es cierto que las consecuencias de la irresponsabilidad del Juez Tirado han sido gravísimas, pero el juez Tirado no tenía la intención de matar a la niña, aunque no podemos negar que su hubiera hecho lo que tenía que haber hecho los hechos habrían sido distintos. Ahora bien, el juez Calamita sí tenía la intención de discriminar a dos personas por su orientación sexual, sí se salto la ley a sabiendas aludiendo razones de conciencia. Confindiendo la moral y el derecho. El juez tiene que aplicar la ley no, analizarla moralmente. Para eso está la sociedad civil que a través de sus representantes políticos decide qué tipo de leyes le parecen aceptables y qué tipo de leyes le parecen inaceptables.

    Dicho esto, sí, me parece vergonzoso y ridículo lo de los 1500 euros pero no comparemos cosas incomparables.

    Un saludo, Montse

  4. 26 diciembre 2008 3:32 pm

    Juan; acertado título, sí señor, porque de proseguir en sus pretensiones estarían maquinando un auténtico golpe al Estado de Derecho.

  5. 26 diciembre 2008 3:36 pm

    Santi; tienes razón, no lo sabemos y cuando lo sabemos la cosa es tremenda. Supongo que, como en botica, habrá de todo; jueces trabajadores y cumplidores y otros que no lo sean tanto. La SER informaba hace unos días que el juez decano de Córdoba, el mismo que afirmaba sentirse desasistido para dar alida a la enorme carga de trabajo, ese mismo juez pidió voluntariamente simultanear sus labores en otro juzgado. Será que si no puede atenter a uno, podrá atender a dos.

  6. Júcaro permalink*
    26 diciembre 2008 3:42 pm

    Montse, pues totalmente de acuerdo con tu comentario. Son casos muy difentes; uno hizo dejación de funciones y responsabilidades y el otro utilizó su posición de poder para imponer su criterio moral.

  7. 26 diciembre 2008 5:26 pm

    Es un caso de corporativismo extremo. Suele ocurrir en cuerpos, oficios o profesiones de alto nivel. Mientras que el asalariado normal entiende que hay que subir el sueldo a todos, como mínimo, como la inflación. Los pilotos, los controladores de vuelo, los inspectores de hacienda o los jueces sólo entienden de ellos mismos. De los demás, sólo, en la medida que dependan de ellos que son el centro.
    Lo triste en este caso es que son un poder del Estado y quieren dejarle cojo por defender algo indefendible desde el punto de vista del mortal común.

    Salud y REpública

  8. 26 diciembre 2008 5:59 pm

    Rafa, es cierto que el corporativismo también se da en otros ámbitos profesionales pero, en el caso que nos ocupa, la perplejidad es mayor porque estos señores y señoras unas veces actúan como Poder que son y otras, pretenden reivindicaciones de unos simples funcionarios o trabajadores. Cuando actúan de esta manera están pervirtiendo una de las esencias del Estado de Derecho.

    Saludos y felicitaciones, también aquí, por la nominación al premio «Enrique Padrós».

  9. 27 diciembre 2008 9:21 pm

    ¿A las barricadas?

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