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El escritor y las putas

22 julio 2008

Cae en mis manos Libre, revista que se publicó en París a comienzos de los años setenta, y que contó con la colaboración de importantes escritores en lengua española. Es curioso observar cómo en los cuatro números que se publicaron, quedó patente cómo se forman dos grupos, bien diferenciados y contrapuestos, entre sus colaboradores: Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Juan Goytisolo, Jorge Semprún o Carlos Fuentes rompieron con la revolución cubana; Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Salvador Garmendia, entre otros, mantuvieron su adhesión. Esto fue muy significativo en una Revista que tenía como objetivos la lucha contra la injusticia del sistema capitalista, la explotación del tercer mundo o la libertad de expresión pero esa es otra historia, sobre la que volver en otra ocasión; ahora se trata de justificar el título del post.

Cuenta García Márquez a Plinio Apuleyo Mendoza (perdón por el enlace, que no por lo enlazado), que el sitio ideal para escribir es una isla desierta por la mañana y la gran ciudad por la noche. Que necesita silencio y buena temperatura para escribir hasta las tres de la tarde pero que por la noche, precisa un poco de alcohol, buenos amigos para conversar, estar en contacto con la gente de la calle y bien enterado de la actualidad. Corresponde este escenario a lo que dijo William Faulkner cuando declaró que la casa perfecta para un escritor era un burdel, pues en las horas de la mañana hay mucha calma para escribir y, por el contrario, todas las noches son fiestas.

Gabriel García Márquez vivió durante un tiempo en Barranquilla y precisamente en un burdel. Afirma, en la entrevista, que era un hotel muy grande con cuartos separados por simples tabiques de cartón que permitían escuchar los secretos de los cuartos vecinos así como reconocer las voces de muchos señores respetables de la ciudad o de funcionarios importantes del gobierno que frecuentaban el prostíbulo. Curiosamente comprobó que la mayoría de ellos no iban para satisfacer sus necesidades sexuales sino para hablar de sí mismos a sus compañeras de ocasión.

El escritor por aquella época era periodista y su horario de vida era el mismo de las putas. Todos se levantaban al mediodía, se reunían a desayunar en algunos de los cuartos con las muchachas y sus chulos, entre ellos una famosa estrella del béisbol del Caribe, que era un tipo estupendo y un chulo mundial. Entre huevos fritos y cerveza helada se intercambiaban los secretos de la noche anterior. Resalta el escritor que las muchachas comentaban siempre lo que habían oído en el cuarto vecino, pero no mencionaban nunca lo que les habían dicho a ellas; como si también en la ética de su oficio existiera el secreto de la confesión.

7 comentarios leave one →
  1. Amadoiro permalink
    22 julio 2008 8:44 am

    pobres putas; como no tienen bastante con las vejaciones a que son sometidas encima han de cargar con estas ocurrencias de colegio mayor.

  2. Júcaro permalink*
    22 julio 2008 11:18 am

    Amadoiro, en lo usted llama ocurrencias de colegio mayor, hay un profundo respeto por las putas. Del texto se desprende respeto y cercanía para con estas mujeres y, por más vueltas que le doy, no leo lo que usted intuye.

  3. 22 julio 2008 3:04 pm

    Vaya ocho novelistas has mencionado. A cada cual mejor. Magníficos escritores y tipos con vivencias y experiencias únicas. Unos más golfas como García Márquez o Cortázar y otros más académicas como Paz, Fuentes o Vargas Llosa.
    Una joya estos escritores hispanoamericanos.
    En cuanto al temas de las putas, es verdad que estos escritores tenían los tics machistas de la época y su entorno, pero sin embargo tenían un sentido de la justicia y la igualdad que hacía que trataran con respeto a los prostitutas.
    Gracias, Júcaro, por recordarnos a estos monstruos.

    Salud y República

  4. Júcaro permalink
    23 julio 2008 12:19 am

    Traslado el comentario que dejó el amigo Alfa 79 ya que al tener activado el «Canguro net», no le permitía acceder a los comentarios de éste. Evidentemente, hay palabras en que encienden todas las alarmas.

    Creo que las putas son también personas dignas -y a veces más que normales-, y aunque lleven una vida indeseable, tienen sus principios y sus lealtades. El hecho de no contar nada de lo expuesto por sus clientes, las humaniza y las engrandece. Y siempre, a pesar de llevar un oficio tan maltratado en todos los sentidos.
    Aquí, creo que García Márquez goza de más y mayor experiencia : “Memoria de mis putas tristes”, por ejemplo.

    Gracias y un abrazo. Alfa79

    • Angel Mendoza Gutierrez permalink
      30 abril 2017 1:59 pm

      Ahora resulta que las putas son personas dignas. Durante muchos años había creído que la dignidad era la condición humana en virtud de la cual merecemos respeto y aprecio. Háblame ahora de los homosexuales, necesito aprender mucho a mis 72 años. Gracias por tus profundas orientaciones.

  5. Angel Mendoza Gutierrez permalink
    30 abril 2017 4:18 am

    ¿Quien escribe esta vaina? ¿Cómo hago para citarla como referencia en una invetigación documental?

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