Exaltación patria

Se trató de una celebración patriótica, de un acto electoralista de partido, la confirmación de aquel deseo aznarí de querer una derecha sin complejos, la exaltación del nacionalismo español oculto desde la plaza de Oriente.

El tono exaltado utilizado en el discurso final, pese a que ya deberíamos estar acostumbrados, no deja de sorprender. Ya no es la exhibición exuberante de banderas como en todas las manifestaciones nacionalistas; ni por supuesto los gritos de aquellos que expresaban con rabia la sinrazón que la COPEina les viene inyectando; ni ese simplismo tan común de ubicar toda la virtud a un lado, toda la maldad a otro. Es la constatación de la falta de respeto al veredicto de las urnas y el empeño en deslegitimar al Gobierno. Del golpecito de Mariano con aquella ocurrencia de que el Presidente del Gobierno no representa al Estado, hemos pasado a eso tan peculiar de “es la hora de que los españoles hablen” ¿No hablamos acaso en las urnas?, ¿no volveremos a ellas? Si los resultados vuelven a serle contrarios, ¿nos prepara, el Partido Popular, otros cuatro años de crispación, insidias, desprecios y mentiras?

El señor Rajoy hizo otro esfuerzo más por rescribir la historia, por falsearla para nunca considerase responsable de nada; mintió desde una indecorosa impunidad y concluyó haciendo una llamada delirante a “defender la nación española”. Entonces, por primera vez en todo este espectáculo, sentí preocupación porque cuantas veces se apeló a la defensa nacional se movilizaron los cuarteles y la libertad, que tanto llena sus bocas, quedó secuestrada.

Una evidencia más de la falta de escrúpulos, de la afición a mentir y del burdo intento de manipular la memoria es el deseo de recuperar la España de Aznar. La “España que consiguió que ETA no matara porque no podía matar”. Cinismo o indecencia; ¿qué pensarían los familiares de los asesinados por ETA durante el último Gobierno del PP? Pero además, ¿esta afirmación significa que el PP abandona las fantasías sobre la autoría del 11-M? Si esto es así, ¿quién duda que los líderes de la derecha pasaran sin rubor a negar que ellos dieran credibilidad a las teorías conspirativas?.

Tenemos memoria y, si nos falla, quedarán las hemerotecas para recordar cuantas veces nos sermonearon contra los nacionalismos. Claro que ellos no son nacionalistas son españoles de bien y nosotros, españoles del mal.

Como la mesiánica y delirante arenga final es para enmarcar, aquí queda enmarcada: “Somos una voluntad en marcha. No nos vamos a resignar. No nos cansaremos de combatir por nuestros principios. No renunciaremos a conquistar lo que es justo. No nos rendiremos jamás. Volved a vuestras casas y contad a todo el mundo lo que ha pasado aquí, lo que habéis hecho, lo que habéis sentido. Que os vean en pie, con la cabeza alta y fuertes como yunques. Orgullosos de ser españoles que no se resignan.”

Que suene el himno, ¡coño! Y al pollo; la piel de gallina.