Alhaurín: un fuenteovejuna vergonzoso

Reconozco que soy un incauto, que si una frase me seduce me la aplico a pies juntillas. Será estupidez o necesidad de agarrar una verdad como si de un credo laico se tratara. El pueblo sabe lo que vota, pensaba, y cuando mi opción política era gibarizada por los electores, responsabilizaba de los resultados a los míos por no saber conectar con el electorado, por no explicar convincentemente o por no gestionar de manera adecuada. El pueblo es sabio, me repetía, y asentía convencido que sabría elegir en cada momento lo más adecuado. Pero éste, como todos los latiguillos, sólo sirve para engañarnos a nosotros mismos y para, a falta de mejores argumentos, salir del paso.

En la larga precampaña electoral parecía que el urbanismo sería la estrella, pero el Partido Popular que se veía salpicado por escándalos urbanísticos ya no podía presentarse como una opción limpia frente al PSOE y, con esa cualidad que le caracteriza para decidir los temas del debate político, propició que el asunto estrella de las elecciones municipales, al menos en la prensa nacional, fuera el terrorismo. Se vio arropado en esta estrategia cuando el Fiscal General del Estado decide, puede que acertadamente, hacer un receso en la persecución judicial del urbanismo delictivo hasta que concluyera el proceso electoral. Decisión justificada porque, cuando el alcalde popular de Alhaurín fue detenido tras almorzar con Rajoy la prensa conservadora y el PP especularon o acusaron directamente a la justicia de prevaricar y de actuar al servicio del Gobierno. Con este panorama, difícil no considerar un parón; ahora, cuando concluido el periodo electoral se retoman las medidas judiciales y las detenciones se suceden, las reacciones primeras continúan en las mismas cantinelas y en los mismos desprecios hacia las actuaciones judiciales. El respeto a la justicia se deja para los grandes discursos, o como dice el primo Agapito; quien nace lechón, muere cochino.

Una de las frustraciones de las pasadas municipales ha sido el resultado en aquellos lugares donde la corrupción urbanística estaba siendo fiscalizada por la justicia. Los casos de corrupción urbanística en poblaciones de la Comunidad Valenciana, en Alhaurín o Torre Pacheco no sólo no han tenido incidencia electoral sino que, en algunos casos, han servido para la practica del victimísmo, para denunciar una supuesta persecución político-judicial sobre los alcaldes del PP, simplemente por ser miembros de este partido, y para ratificar el respaldo popular a muchos de los políticos implicados en estos asuntos. De la incidencia de los casos de corrupción urbanística más significativos en los resultados electorales se puede deducir que mientras el PP no fue castigado, el PSOE sí pagó en las urnas las denuncias de corrupción.

Cuando la acción judicial vuelve a ponerse en funcionamiento un fuenteovejuna vergonzoso se exhibe en Alhaurín el Grande. Pensaba que el pueblo siempre tenía razón y que ésta, se manifestaba en las decisiones ajustadas de sus electores.

Ahora, cojo mi credo y lo tiro al contendedor de residuos inútiles; en el reproductor suena Stolen Moments.