Cadena perpetua
El asesinato de Marta del Castillo nos ha conmovido a todos. No pretendo opinar sobre unos padres que, en una comprensible reacción motivada por su dolor inconsolable, han pedido la instauración de la cadena perpetua y que la cuestión sea sometida a referéndum. Como la cadena perpetua no tiene cabida en la Constitución y como vivimos en una democracia que algunos quieren convertir en mediocracia, será cuestión de repetir que no se pueden hacer leyes al calor de cualquier acto por muy terrible que sea y por mucho que se amplifique desde un determinado tipo de prensa.
Zapatero recibió, en su día, a los padres de Mari Luz. Entonces actuó de manera correcta. Sin embargo, el de Marta es un asesinato muy distinto. En esta ocasión no hay un mal funcionamiento de la Justicia, ni han fallado las instancias que más directamente deben velar por nuestra seguridad, cuerpos de seguridad han detenido a los implicados en el crimen y, por lo que informa la prensa, parece ser que se está haciendo un gran esfuerzo para encontrar el cuerpo de esta chica. El Presidente demuestra humanidad y afecto con los padres de Marta al recibirlos pero cabe preguntarse los familiares de todos los asesinados tendrán el mismo trato.
Por mucho que nos solidaricemos con la familia de Marta, sólo quien haya pasado por un trance similar puede llegar a comprender cuánto dolor puede desgarra sus vidas. El resto de ciudadanos por más que nos aflija el asesinato, sabemos que siempre queda un espacio demasiado grande entre nuestra pena, probablemente mediatizada por esa prensa que gusta recrearse en la tragedia, y el enorme dolor propio e intransferible que siente la familia de Marta. Por consiguiente, todo el respeto y comprensión.
Se podría divagar sobre el papel de la educación o sobre sus carencias pero es necesario conocer que incluso en aquellos países donde el modelo educativo está mejor considerado que el nuestro, no se libran de episodios trágicos de ésta o similar naturaleza. Mientras tanto aquí, cuando el machismo perdura en nuestros jóvenes y los expertos insisten en educar en igualdad para evitar la violencia de género, al legislar para que el sistema educativo enseñe a nuestros jóvenes a ser ciudadanos libres y respetuosos, se monta la de dios. Incluso los representantes del dios católico indican el camino de la insumisión.
Al dolor de unos padres desgarrados se unen otras voces pidiendo también la cadena perpetua. Reconozco cierta inquietud cuando se plantean estas opciones porque me temo que una campaña con prensa, radio y televisión, adecuadamente manipuladas y apelando a los instintos más primarios, llevaría a una mayoría social a pensar que con la aplicación de la cadena perpetua se ganaría en seguridad. A los padres de Marta, de todas las Martas, todo el respeto y comprensión si confunden justicia con venganza; a quienes estén dispuesto a utilizar ese dolor para sus proyectos mediáticos o políticos, todo el desprecio posible.
Quienes piensen que se gana en seguridad, se equivocan. Cabría recordar que allí donde está legislada la cadena perpetua, e incluso la pena de muerte, también se producen episodios como el de Marta. Los asesinos cuando actúan no piensan en los preceptos legales vigentes en su territorio. Dicho con otras palabras, el temor a la ley nunca detendrá al criminal. En cualquier caso, el endurecimiento de la pena que algunos reclaman, debe ir acompasada por la adecuada proporcionalidad entre el delito y la pena pero siempre dejando un espacio a la posible rehabilitación. Con nuestro ordenamiento constitucional en mano, es lo que diferencia un acto legal de la venganza.
Me interesó lo que escribió al respecto: David Giménez Glück, Cartier, Pierre Miró, Juan Carlos Escudier, Jessica Fillol, DaGOr, Lüzbel, Rafael del Castillo y Antonio Flores.
Completamente de acuerdo contigo Júcaro.
No podemos legislar nunca en función de venganzas y sangres vertidas por los inocentes. No podemos crear un Estado en donde los valores imperantes sean «el ojo por ojo y el diente por diente».
Nadie es perpetuo o eterno. Nadie puede privar o quitar la vida a un semejante. La vida es lo único que es irrecuperable.
En España tenemos un Código Penal en donde existen penas de hasta 40 años de cárcel para criminales terroristas. En los países en donde existe la cadena perpetua (Francia, Reino Unido, Alemania, etc), esta pena conlleva una libertad anticipada cuando el reo ha cumplido 15 años de prisión, por buena conducta o por otras causas. Por tanto, esa cadena perpetua queda reducida a una simple y desafortunada definición.
No creo que haya que cambiar ninguna ley. Cuidemos nuestras leyes y que la Justicia cumpla con su cometido. Pensemos y reflexionemos, pero siempre, al día siguiente.
Un abrazo republicano. Toni Sagrel.
Nuestra Constitución, aunque inadecuada ya por obsoleta, es la mejor que tenemos, y una de las mas avanzadas en cuestión de derechos humanos.
Se refleja en ella, y es una de las cuestiones que mejor definen su filosofía, la concepción de las condenas que conllevan privación de libertad no como un castigo por el delito cometido, sino como un proceso de «reeducación» del delincuente para su reinserción en la sociedad, cosa del todo incompatible con la cadena perpetua.
Entendiendo el dolor que deben sentir los padres de esa pobre chica, no se puede al calor de un suceso inmediato, por muy terrible que sea, pedir medidas que cercenan los derechos humanos y contravienen nuestra constitución.
La verdadera cuestión, en mi opinión es , replantear el sistema penitenciario, que no el judicial, para adptarlo a la nueva realidad del país.
Salud y República!!
Nexus
El más claro ejemplo de tu parte final del post lo tenemos en Pensylvania. En dicho Estado de los EE.UU. está instaurada la cadena perpetua a partir de los 10 años. Hace unos días un niño de once años mató a la novia de su padre que estaba embarazada. ¿Arregla la pena de muerte o la cadena perpetua estos hechos execrables? No. Únicamente se puede atajar con educación y ni aún así. Si además primamos el gasto militar sobre el educativo, si permitimos las licencias de armas a todo el personal, si boicoteamos asignaturas que educan en derechos humanos, si no sabemos con qué tipo de amigos y amigas se divierten nuestros hijos, si no tenemos ni ideas qué tipos de locales frecuentan por las noches nuestra progenie, si únicamente basamos nuestra seguridad en el castigo y, si además, apelamos a la fibra sensible del pueblo desinformado llegaremos a donde algunos pretenden llevarnos. El caso de las niñas de Alcásser fue utilizado por algunos, éste lleva el mismo marchamo.
Muy interesante vuestras aportaciones. En el post, hacía referencia a la inquietud que me produce la posibilidad de una campaña, en favor, de la cadena perpetua. ABC dedica uno de sus editoriales de hoy al tema y en él se puede leer: » <em>El de la instauración de la cadena perpetua en nuestro país es un debate social y jurídico recurrente que continúa abierto, que no está constitucionalmente desautorizado y que conviene analizar sin el peso de los prejuicios ideológicos o del inmovilismo doctrinal. Numerosos países de nuestro entorno aplican esta pena con criterios de flexibilidad -sometida a procesos cíclicos de revisión- sin que ello suponga una deshumanización de su forma de impartir justicia ni una merma en su marchamo democrático</em>». El Mundo, aunque no pueda enlazar pone su foco en que, según su opinión, la cadena perpetua tiene amparo constitucional sin necesidad de reformar la Carta Magna. Es de suponer que la jauria radiofónica de los obispos irán por este camino.
Como todos estos se propongan el debate, lo consiguen.
Era de esperar, mi admirado y sin par Arenas, el primero en apuntarse al debate de la cadena perpetua.
Juan, hace unos días , escribía que era muy fácil saber qué dirán los líderes del PP respecto a cualquier tema. Que bastaba soportoar la náusea para escuchar la cadena de los obispos o leer los editoriales inmundos de cierto periódico, para saber lo que dirán los líderes del PP. La propuesta de Javier Arenas es una evidencia más en este sentido. Saben los del PP que con mensajes de este tipo y si se dan las circunstancias, hay un granero de votos muy importante, el que puede decidir las elecciones, dispuestos a apoyar medidas como ésta. Suponen los populares, y puede que no se equivoquen, que ese caladero de votos sería transversal. El voto de los suyos no les preocupa porque ya lo tienen, pero entre los indecisos y los que cambian de voto según las circunstancias, puede haber un significativo número de electores dispuestos a marcharse a quienes formulen propuestas como estas. Bastaría un asesinato cualquiera y la «Brunete» mediática para lograrlo.
Júcaro, estoy totalmente de acuerdo con tu exposición. En mis clases: de Filosofía, de Ética, de Ciudadanía… salen a menudo cuestiones de este tipo. Sobre todo cuando sucede algo como lo ocurrido con Marta. La mayoría de los chicos y chicas defienden el ojo por ojo y diente por diente, muchos aplicarían la pena de muerte sin pensárselo dos veces, otros quieren ser un poco más humanos y defienden la cadena perpetua y luego aparecen algunos/as (pocos/as) más prudentes que argumentan en contra de todas las barbaridades dichas con anterioridad. Yo les dejo hablar y, finalmente, lanzo una serie de preguntas y una especie de reflexión. Sobre todo insisto en lo siguiente: A ver chicas/os está claro que si eso se lo hacen a mi sobrina (porque casi siempre acaban poniendo como ejemplo a mis familiares) lo que yo querría en ese momento no es la cadena perpetua ni la pena de muerte sino directamente comérmelo a bocados. No obstante, la Justicia no puede ser emocional sino racional. No se puede juzgar dejándose llevar por los sentimientos sino que hay que llevarse por la razón. Por eso cuando alguien está implicado emocionalmente en un asunto no puede juzgarlo. Y añado, ¿el dolor que alguien siente cuando le pasa eso va a desaparecer por matar al asesino?, ¿la persona que hemos perdido va a resucitar por matar al asesino? Finalmente, les digo que no tienen que olvidar que la cárcel, además la dimensión de castigo tiene una dimensión de reinserción que no podría llevarse a cabo con la pena de muerte o la cadena perpetua.
Pero lo peor de todo no es que mis alumnos y alumnas piensen así, ellos/as están ahí para aprender y madurar, lo peor de todo es que muchos/as docentes piensan también así. Entonces, ¿qué hacer cuando el que tiene que educar en valores no posee los valores en los que supuestamente debe educar?
Un saludo, Montse
Montse; a propósito de tu más que interesante comentario, en el que planteas una cuestión vital en el último párrafo del mismo, te diré que esta tarde tarde estuve leyendo un viejo librito que anda por casa. Se trata del texto de una conferencia de la que extraigo algunas líneas, pienso que coincidentes con tu argumentación:
No es cuestión de educar al niño sino más bien al educador, pues él lo necesita mucho más que el alumno […]Si el que brinda ayuda es incapaz, estrecho, fanático, nacionalista y otras cosas más, es natural que su producto sea lo que él es. […] Y educar al educador es mucho más difícil que educar al niño, porque el educador ya está definido, fijo. Su función es raramente rutinaria. porque en realidad no le interesa el proceso del pensamiento, el cultivo de la inteligencia. No hace más que impartir la instrucción; y un hombre que sólo brinda informaciones cuando el mundo entero cruje en sus oídos, no es ciertamente un educador.
Por cierto, el texto corresponde a Jiddu Krishnamurti.
Saludos
He leído reinserción (parece que nadie penso en reinsertar al muerto).
El asesino le QUITO LA LIBERTAD DE VIVIR a una persona.Pues QUITEMOSLE LA LIBERTAD DE POR VIDA y de paso lo aprovechamos para que trabaje para la comunidad.
Averiguemos que quiere decir PERPETUO por ahi nos encontramos con otra cosa.
(No olviden que loe que hacen las leyes las hacen para que no los alcansen e ellos o a sus parientes.)