Israel: 1 tiro 2 muertos

Lo peor no es el uniforme. Cuando algunos se lo quitan, se muestran tal y como son; éste es el peligro, la persona que lo lleva. El peligro no está en el disfraz, ni en las botas del militar, ni tan siquiera en sus armas. Si nos dieran las armas, sabríamos obrar en consecuencia.

Incluso en quienes pertenecen al ejército de un Estado que se pasa por el forro de su insolencia todo el derecho internacional y en quienes, con demasiada frecuencia, nos ofrecen imágenes espantosas cabría, una vez despojados de sus atuendos, la esperanza de encontrar algo de humanidad. Pero el peligro de un ejército bien uniformado no es solo su armamento. Lo peor, no son las armas; muchos sabríamos qué hacer con ellas. La desesperanza está en el espanto que nos produce el fanatismo tóxico, violento y criminal que se inocula en la mente de soldados y niños.    Con ser tremendo el reguero infinito de sangre, dolor y muerte que provoca, lo peor es el afán exterminador que provoca en unos, y el de venganza en otros.

Si no fuera por los muertos, por la muerte. Si no fuera por el odio, por el mensaje, despacharíamos esta obscena, provocadora y demencial imagen como una fechoría más de otras tantas.  

Leo en El País -a la noticia se accede pinchado en la imagen- que los soldados israelíes la usan en los cuarteles y que estas camisetas, y otras similares, han sido fabricadas por encargo para unidades del Ejército de Israel. No se trata de unos cuantos fanáticos, sino de un ejército  fanático.    

Nos escandalizamos con estas noticias pero nuestra indignación tendría que dirigirse contra el silencio cómplice de los organismos internacionales que tolerarán cuanta masacre cometa Israel; nuestro enojo tendría que dirigirse contra la falta de determinación para acabar con el espectáculo vergonzoso, humillante y criminal que nos ofrece el Estado de Israel un día sí y otro también.

El peligro no está en las armas. No hay peor arma que el odio y la venganza. Si nos dieran las armas, sabríamos qué hacer con ella; por ejemplo, abriríamos enormes y profundas fosas, no para  acoger los cuerpos inermes de hombres, ancianos y niños sino para enterrar todas las armas. Ahora bien, eliminadas las armas, ¿quién sepulta el odio y el fanatismo?